A principios de este año, conocí a Daria Hernández, una trabajadora temporal H-2B de San Luis Potosí, México, que ha venido a Estados Unidos durante los últimos 15 años para limpiar cangrejos en Maryland. Cuando llegó por primera vez, no hablaba inglés, no conocía a nadie, no le brindaron ni siquiera el equipo de protección personal básico y no conocía sus derechos como trabajadora.
Seguir leyendo