Hacia una economía mundial sustentable para los trabajadores

Dos mujeres con sombreros de paja de ala ancha vistas de espalda mientras trabajan en un campo con plantas altas y verdes parecidas al césped.
Agricultoras en un campo agrícola en Nepal.

Imagine a una agricultora de arroz y a su hijo en Nepal. Imagine sus tierras sin cultivar mientras las inundaciones, los monzones, los desprendimientos de tierra y un ecosistema que cambia rápidamente devastan sus cultivos. Esa agricultora y su hijo podrían tener que empezar a emigrar estacionalmente cerca de los hornos para cocer ladrillos, donde se calcula que ahora viven unos 34,000 niños. Más de la mitad de esos niños trabajan en los hornos, por lo que sacrifican su infancia y arriesgan su seguridad para ayudar a sobrevivir a sus familias.

Esta es una pequeña muestra de lo que está ocurriendo en todo el mundo. De hecho, más de quinientos millones de niños viven en zonas con niveles extremadamente altos de inundaciones y más de 150 millones de niños viven en zonas de sequía grave. En ambos casos, las familias suelen verse obligadas a aceptar trabajos con remuneraciones más bajas para llegar a fin de mes, en los que los empleadores se aprovechan de su desesperación.

La Oficina de Asuntos Laborales Internacionales del Departamento de Trabajo trabaja para reforzar los derechos laborales en todo el mundo y combatir infracciones flagrantes como el trabajo infantil, el trabajo forzoso y el tráfico humano. Cada vez más, eso significa comprender los vínculos emergentes entre el clima y los derechos laborales. 

Sin embargo, con frecuencia, el trabajo es una preocupación secundaria tanto en la elaboración de políticas climáticas nacionales como en los modelos de responsabilidad social “ecológica” de las empresas. Las empresas de energía limpia, ya sean de la industria automovilística o del sector de los teléfonos inteligentes, pueden promocionar sus esfuerzos de sustentabilidad, pero, a menudo, vemos que se deja a los trabajadores fuera del proceso de toma de decisiones. Esta exclusión corre el riesgo de dejar atrás a poblaciones enteras y no garantiza la participación de los trabajadores y las comunidades en la primera línea de los esfuerzos de adaptación y mitigación.

Existe una gran oportunidad, y una necesidad imprescindible, para que las empresas vayan más allá de los modelos superficiales de cumplimiento social que parecen buenos desde el punto de vista de las relaciones públicas y se aseguren de que los trabajadores tienen un lugar en la escena. Cuando sea posible, las empresas pueden hacer cumplir acuerdos vinculantes y aplicables entre compradores, proveedores y grandes marcas en los que participen tanto las empresas como las organizaciones dirigidas por los trabajadores, incluidos los sindicatos. La herramienta Comply Chain de la ILAB ayuda a las empresas a capacitar a sus trabajadores para que desempeñen un papel esencial a la hora de identificar y abordar las infracciones de los derechos laborales y otros problemas en el lugar de trabajo. 

Cuando se trata de inversiones gubernamentales en energías renovables, una “transición justa” centrada en los trabajadores significa crear buenos empleos en lugares de trabajo seguros que respeten los derechos de los trabajadores. También debe existir una protección social sustentable para los trabajadores despedidos o que han perdido su empleo. 

En todas estas conversaciones, los trabajadores y sus organizaciones deben estar presentes desde el principio. Porque cuando los trabajadores tienen voz, pueden denunciar la explotación laboral y negociar mejores sueldos y condiciones laborales colectivamente. Los trabajadores empoderados y remunerados justamente pueden cuidar de sus familias. No tienen que sufrir la angustia de poner a sus hijos a trabajar solo para sobrevivir. Esto no solo beneficia a las familias, sino que es vital para un crecimiento económico sólido y sustentable, y para la prosperidad. 

En el Departamento de Trabajo, estamos haciendo que la política climática beneficie a las familias trabajadoras de todo el mundo. Por ejemplo, estamos colaborando con World Education, una ONG local de Nepal, en un proyecto de $4 millones para comprender mejor los efectos del cambio climático del país en los riesgos del trabajo infantil y forzoso. En junio, conmemoraremos el Día Mundial contra el Trabajo Infantil con un debate sobre la transición justa y la comunidad mundial.

Las políticas climáticas centradas en los trabajadores no bajarán las temperaturas ni prevendrán los ciclones. Sin embargo, ayudarán a construir comunidades resistentes, ayudarán a las familias trabajadoras a proteger a los niños de la explotación y construirán un futuro de energía limpia que sea sustentable para todos.

Un niño lleva tablones de madera en un sitio de construcción.

 

Thea Lee es subsecretaria adjunta de Asuntos Internacionales del Departamento de Trabajo de Estados Unidos. Siga a ILAB en X/Twitter en @ILAB_DOL y en LinkedIn.